sábado, 12 de septiembre de 2015

El Santuario de los Gatos en Largo di Torre Argentina (Roma)

El lugar donde asesinaron a Julio César acoge ahora una protectora de gatos. Se encargan de centenares de mininos. Algunos gatos viven en semilibertad en las ruinas y muchos están en adopción. ¡Es una visita imperdible en Roma para los amantes de los gatos!
Largo di Torre Argentina, vistas
El Largo di Torre Argentina es una plaza en Roma en la que se pueden contemplar los restos de cuatro templos romanos y el Teatro de Pompeyo. A simple vista es una plaza más: son ruinas que impactan por su antigüedad y por lo que significan, sobre todo cuando te enteras de que allí asesinaron a Julio César hace más de 2.000 años, pero ni te imaginas que son mucho más que eso.

Solo es fijarse un poco (especialmente a la luz del día) y darse cuenta de que allí hay muchos gatos, que parecen bien cuidados y alimentados, y algunos incluso se acercan con confianza a las personas. Todo apunta a que es una colonia controlada, pero ¿a dónde van esas escaleras que bajan hacia las ruinas?

De unas ruinas a un santuario felino
Un gato se acerca desde las ruinas

Se sabe que en 1929 se excavó el área sagrada de Torre Argentina, y ya entonces algunos gatos callejeros y/o abandonados se refugiaron en esta zona. Por aquel entonces y durante más de 60 años, los gatos eran alimentados regularmente por unas señoras llamadas gattare (señoras del gato).
En 1993 una señora se encargaba del cuidado de unos 90 gatos prácticamente sola, hecho que le llevó a tener problemas emocionales y económicos. Lia Dequel y Silvia Viviani se enteraron de la situación y empezaron a hacerse cargo de esta colonia, aunque había demasiado trabajo para tan pocas personas.

Los inicios del refugio de gatos

Las primeras condiciones en las que trabajaban Lia y Silvia eran muy primitivas: una cueva hecha con los pilares de la carretera, de unos 100 m2 y que estaba adyacente a las ruinas. La cueva servía para guardar alimentos y como refugio nocturno de los gatos, y así fue durante casi 2 años.
En 1995, gracias a AISPA (Anglo – Italian Society for the Protection of Animals) empezaron a copiar modelos ingleses de control de colonias, y a recibir cierto apoyo moral y material.
Entrada al Santuario de los Gatos
La necesidad de recaudar fondoshizo que tuvieran la idea deexplotar el hecho de estar al lado de un atractivo turístico. Además de conseguir que se acercara más gente curiosa a ver a los gatos e hicieran donaciones, esta notoriedad sirvió para que personas de distintas nacionalidades ofrecieran sutrabajo voluntario.

La afluencia de turistas y voluntarios de todo el mundo hizo que hacia 1998 la protectora organizara rifas y actos benéficos con el soporte de cargos diplomáticos. Gracias a los esfuerzos de los voluntarios, han conseguido recaudar fondos para los gatos de Torre Argentina y para otras colonias de gatos en Roma.

El Santuario de los Gatos ahora: cifras y amenaza de desalojo
Uno de los gatos del refugio, paseando por las ruinas

El crecimiento del santuario ha permitido que la protectora pueda asumir la ayuda de más gatos. En 2012 ya habían esterilizado a más de 3.000 gatos. Además, casi 200 se mantuvieron en el santuario por sus condiciones (vejez, discapacidades, etc.) y más de 150 fueron adoptados.
El Santuario también gestiona la estrategia CER (Captura – Esterilización – Retorno) de miles de gatos de otras colonias de Roma. Y se encarga de vacunar y cuidar a los mininos que son abandonados o que viven en la calle.
Lamentablemente, pese al esfuerzo de los voluntarios, el Santuario tiene una lucha histórica: su situación ilegal. Si bien hasta ahora no han podido desalojarlos, el Departamento Nacional de Arqueología de Roma se queja de que han “invadido el templo” y de que la presencia del santuario de gatos “ha herido la dignidad del área sagrada”. El Santuario sigue luchando por mantenerse allí, donde siempre han vivido los gatos.

Uno de los gatos del santuario
Cómo ayudar al Santuario

El refugio no recibe ayuda financiera por parte del gobierno local ni nacional. Por ello, se basan en las contribuciones de los voluntarios, además de las ventas en la tienda que tienen en el propio Santuario y de las donaciones de los visitantes que se acercan a conocer a los gatos.
Para saber más, consulta en su web cómo ayudar a los gatos del Santuario de Torre Argentina.

Mi experiencia personal

Este fin de año fui a Roma y me había apuntado algunos sitios que visitar, entre ellos Largo di Torre Argentina, en el que había apuntado “santuario de los gatos”, sin saber muy bien de dónde había sacado esta información y qué era.
Uno de los gatitos que veían el 50%
Al acercarme intuí que se trataba de una colonia controlada, pero al estar en las ruinas pensaba que no iba a poder tocar los gatos ni jugar con ellos. Es inevitable, si veo gatos, por lo menos lo intento, y muchos responden a mis cariños.

Lo impresionante fue bajar las escaleras y entrar en lo que en su momento fue una cueva. Ahora es una protectora muy organizada, con diferentes zonas: las propias ruinas sirven de casa para los gatos que están sanos y les gusta vivir en semilibertad, la entrada del Santuario de los Gatos tiene una pequeña recepción y un montón de mininos paseando, entrando y saliendo, algunos durmiendo en sus camitas y otros respondiendo a los mimos de muchos humanos que los visitaban. “Es el paraíso”, pensé.
Uno de los gatos en una casita
En seguida ves una pequeña tiendita con souvenirs y regalos que sirven como donación al refugio, un acceso a una especie de veterinario (tienen técnicos y veterinarios que los ayudan) y la entrada a la enfermería. Allí están los que necesitan cuidados especiales porque son viejitos, son ciegos, tienen problemas motrices o simplemente están en observación por una pequeña infección.

Obviamente tuve que repetir, y antes de irme de Roma, volví a ir al Santuario. Sigo pensando que es el paraíso, y la zona de la enfermería es especialmente dulce. Me enamoré de cada uno de los gatos que había ahí, los que te perseguían a por mimos, los que te apartaban con la pata, los que tenían miedo y te miraban de reojo, todos. Y los gatitos ciegos eran preciosos, algunos veían un poco y la conexión que te transmitían era genial. Sin lugar a dudas, recomiendo que vayáis a verlos y contribuyáis con lo que podáis, saldréis enamorados de cada uno de los gatos, como yo.

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